Le preguntamos a la editora de fotografía del Servicio Mundial de la BBC, Emma Lynch, si podía objetivamente determinar el color de la imagen usando un programa de edición de fotos.
Tras analizarla, Lynch concluyó que todas las tonalidades del vestido son azules, no blancas.
Al aumentar la saturación -es decir, reforzando los colores existentes sin añadir nuevos- el vestido se tornaba azul para todos.
Según lo explica la publicación Wired, las distintas longitudes de onda que corresponden a diferentes colores llegan al ojo a través de la lente y golpean la retina, donde los pigmentos estimulan las conexiones neuronales que llegan a la corteza visual y le permiten al cerebro transformar esas señales en una imagen.
Nuestro cerebro filtra intuitivamente el fondo y la luz para ver el "verdadero" color de un objeto, pero en este caso, la tonalidad azulina de la foto afecta esta habilidad.
En este caso, los colores que rodean al vestido son tan confusos que el cerebro no está seguro de cómo debe entender el color del vestido.
Esto significa que la gente que percibe el fondo como oscuro tenderá a ver la parte azul del vestido como blanca y el color negro como dorado.
Todo depende de la forma en la que el cerebro procese el color.
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